
Desde hace ya un tiempo, nos hemos acostumbrado a oír el nombre de Villarejo en todos los medios de comunicación. No es nada raro empezar el día con una nueva noticia del excomisario de Policía, un nuevo caso y una o varias personas involucradas que suele ser algún personajillo público conocido por todos nosotros.
De José Villarejo conocemos una parte de su extenso currículum, como que ingresó en el cuerpo Nacional de Policía en el año 1972 dentro del grupo antiterrorista y actuó en alguna ocasión contra la organización ETA. Más adelante, perteneció al equipo de Seguridad Ciudadana y después de ello, decidió durante un tiempo determinado pausar su actividad como policía, así que se dedicó por completo a los negocios, manejando un total de 46 sociedades en los últimos 30 años, una de ellas una agencia de detectives privados llamada RyV Consultores de Investigación, S.L. Posteriormente, en 1993, se reincorporó al Ministerio de Interior como agente operativo o encubierto.
Con la experiencia adquirida con el paso de estos años, los contactos y los buenos puestos que obtuvo dentro de los órganos del Estado se compuso un sujeto obsesionado con las medidas de seguridad que llegaba a portar consigo mismo por lo menos hasta cinco teléfonos móviles. Con estos y otros posibles dispositivos imaginaros la cantidad de información que se puede llegar a almacenar, pues alrededor de los 5 terabytes.
Pero ¿por qué supone tanto revuelo todo lo relacionado con Villarejo?
Estas formas de hacer, a veces un tanto maquiavélicas y repugnantes, sacan a la luz un sinfín de conversaciones privadas que suelen, por decirlo de alguna manera, demoler a la o las personas involucradas, dejándolas en evidencia frente a la opinión pública. Pero también es cierto que para nosotros, los oyentes u opinión pública, nos suponen una dosis de realidad, de conciencia y por qué no de una especia de saneamiento a esta nuestra democracia. Aunque viendo lo que “de ahí sale” quizá es todo lo contrario, nos volvemos lúcidos de las ocultaciones de este sistema y de los trapos sucios que en ella se desenvuelven, denigrándolo por completo.
Algunos ejemplos de esto son los casos tan mediáticos como la Trama Gürtel, el Pequeño Nicolás, el seguimiento a varios jueces y policías, las grabaciones de Corina (princesa), el ático de Ignacio González, la revelación del romance del rey emérito con Bárbara Rey y el reciente suceso con Cospedal, Sergio Ríos (el chófer de Bárcenas) e Iberdrola, que lo contrató el pasado 2017 para investigar un socio que les debía una importante cantidad de dinero.
El excomisario habla sin tapujos sobre la implicación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en ciertos temas que ha tratado él personalmente, aunque su director, Félix Sanz Roldán, lo acusa de injurias.
Tras estos y por otros temas o más bien escándalos, José Villarejo se topó seriamente con la justicia cuando la Operación Tándem salió a la luz. Hace un año, en el mismo mes de noviembre, la juez Lamela acordó el ingreso del jubilado comisario, su socio Rafael Redondo y el comisario Carlos Salamanca a prisión incondicional por los delitos de organización criminal, cohecho y blanqueo de capital.
No dudamos que sigan apareciendo otros casos y otros personajes que contaron con los servicios de Villarejo a cambio de importantes sumas de dinero, regalos y favores. Pues como él bien sabe, la información es poder y cuánto más oscura más vale. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? Démosle tiempo al tiempo que quizá sea el encargado de responder a esta pregunta.
Javier es investigador privado especializado en inteligencia y análisis de casos complejos. Con más de 15 años de experiencia en el sector, aporta una visión única sobre el mundo de las investigaciones privadas. Desde técnicas avanzadas de vigilancia hasta estrategias legales para resolver situaciones delicadas, comparte su conocimiento en cada artículo. Actualmente, forma parte del equipo de Axioma Detectives, donde combina su pasión por la verdad con su compromiso con la ética profesional.